Fueron sus ojos negros como la noche y
sus manos en mi cintura,
los que cautivaron mi ser.
Fueron sus dulces labios
los que poco a poco fueron arrastrandome a el.
Fue su sonrisa,
en la que me pude detener.
Fue su espiritu de amante,
el que me atajo a quedarme alli.
Fue su sexo,
el que se quedo en mi existir.
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